miércoles, 3 de octubre de 2007

La impunidad tiene cura


Comenzó el juicio al genocida Von Wernich
La impunidad tiene cura

Así dice el cartel que Justicia Ya! La Plata había pegado por toda la ciudad. Christian Von Wernich, ex capellán de la Bonaerense y confesor del genocida Camps, está acusado por participar en 7 homicidios, 31 casos de torturas y 42 de secuestros durante la dictadura. El juicio oral y público a este asesino de sotana empezó el 7 de julio, a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, el mismo que condenó a Etchecolatz a cadena perpetua.

Desde unos días antes, el edificio de los Tribunales estuvo rodeado de vallas. Y el viernes 7 hubo un triple control policial. Decenas de Madres, ex detenidos-desaparecidos y luchadores de derechos humanos -entre ellos Chicha Mariani, Norita Cortiñas, Nilda Eloy y Patricia Walsh- padecieron una larga espera hasta poder ingresar a la sala. Entretanto en la calle, todo el tiempo que duró la audiencia, cientos de militantes se concentraron y cantaron exigiendo castigo. Junto a otras organizaciones estuvo el MST, que volanteó un Diario del Juicio editado por el Centro de Estudiantes de Periodismo.El confesor no confesóAnte la sala colmada, el juicio se abrió con la lectura de la acusación del fiscal Dulau Dumm. Así oímos que Von Wernich tuvo una «conspicua intervención en el denominado Circuito Camps»; que «concurría asiduamente a algunos de esos centros, accedía a las zonas donde se encontraban ilegalmente privadas de su libertad las víctimas, mantenía contacto directo con ellas y les imponía tormentos principalmente psicológicos y morales», y que «desplegó una actividad física voluntaria y consciente dirigida a quebrar la voluntad de las víctimas, obtener información, procurar el silencio de las víctimas y sus familiares, desalentarlos de que buscaran ayuda, y con ello asegurar los fines perseguidos por la dictadura».Luego la abogada Myriam Bregman, en nombre de la querella unificada, afirmó que «los delitos que aquí se juzgan fueron parte de un proceso más amplio que vivió la Argentina... un genocidio cuyas consecuencias planificadas de impunidad alcanzan al día de hoy y tienen como resultado la desaparición de Jorge Julio López». El fiscal no apoyó este criterio de considerar que hubo un genocidio.Tras un receso, el juez Rozanski llamó al estrado a Von Wernich para tomarle declaración indagatoria. Preguntado sobre su profesión, declaró ser «sacerdote de la Iglesia Católica, Apóstolica y Romana”... Una vez leídos los cargos en su contra, anunció: «Por consejo de mi abogado no voy a declarar». Y volvió a su sitio, detrás de un vidrio blindado. En toda la sala pudimos escuchar el repudio que llegó desde la calle...Duros testimoniosLa segunda audiencia fue el martes 10. Allí testimoniaron varios de los 126 testigos que están citados.Héctor Ballent, ex funcionario bonaerense, estuvo detenido en Puesto Vasco y el COT 1 de Martínez. En Puesto Vasco dos veces Von Wernich lo visitó para convencerlo de que hablara ante sus torturadores: «Nos decía: ‘ustedes tendrían que hablar, que confesar, así no los castigan más’. Yo lo increpé y le pregunté cómo un ministro de la Iglesia aceptaba que nos castigaran y por qué no sacaba esto a la luz. ‘Para nada’, me respondió, y se fue.» Y del COT 1 contó horrores aún peores: «Escuché voces de chicos que gritaban, gritaban, en el sector de la cocina, donde se torturaba. Los torturadores solían poner la música de Radio del Plata en el techo mientras abajo había ’fiesta’, es decir máquina, y ponían música para que no se escuchen los gritos...» Juan Ramón Nazar -director del diario La Opinión, de Trenque Lauquen- declaró que, estando detenido en Puesto Vasco, Von Wernich “vino a ofrecer sus servicios espirituales, que no acepté porque su presencia me provocó rechazo. Dudé... No podía concebir que allí estuviera un cura que llegó solo, sin ningún guardia, para dar alivio espiritual. Si llegó hasta ese lugar es porque estaba autorizado, no llegó por casualidad, sabía el nombre de cada uno de nosotros, por lo tanto no podía desconocer lo que allí ocurría».Hubo otros testimonios y el Tribunal no permitió transcribir algunos. Pero no hace falta. Ya está claro el siniestro rol que cumplió este verdadero lobo que todavía se dice sacerdote. No merece más que la cárcel de por vida.
Pablo Vasco

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